Impresión 3d, la nueva forma de imprimir
Nos encontramos inmersos en la que algunos consideramos la próxima revolución en fabricación. Por ejemplo el presidente Obama, que el pasado mes de febrero en su Discurso sobre el Estado de la Nación planteó un objetivo de Política Industrial relevante: “Guarantee that the next revolution in manufacturing is Made in America”. Esta declaración no es más que la punta del iceberg de una tecnología que ya está revolucionando la fabricación de muchos productos, procesos y servicios, tecnología que generará innovaciones revolucionarias que cambiarán completamente la forma de trabajar de muchos sectores. Hablamos de la fabricación aditiva, más conocida como Impresión 3D.
Veamos algunos de los desarrollos que ya están en proceso:
- La NASA pretende que los astronautas se impriman la comida en el espacio, para lo cual ha concedido 125.000$ para que se desarrolle un prototipo de impresora que lo consiga. De esta forma será posible comer a la carta en el espacio.
- En la Universidad de Princeton han desarrollado un oído impreso en 3D, que permite “escuchar” frecuencias más allá de las que actualmente nuestro oído está capacitado para escuchar.
- En Australia, un equipo de investigadores del Australia’s Victorian Organic Solar Cell Consortium (VICOSC) han conseguido imprimir celdas fotovoltaicas en formato A3.
- En Japón ya imprimen caras para colocarlas en muñecas. Una evolución no descartable en un futuro sería la impresión de una cara utilizando piel generada a partir de células madre, destinadas a la reconstrucción facial en personas que han sufrido accidentes o cáncer de piel.
- En Europa, la Agencia Espacial Europea se plantea construir una estación lunar utilizando la impresión 3Dsin tener que trasladar materiales desde la Tierra, sino que utilizarían como materia prima las rocas lunares.
- Esta es una pequeña muestra del amplio abanico de desarrollos que están en proyecto o son una realidad. Sin embargo, lo que hace que esta tecnología sea una revolución es su precio o coste, que ha ido bajando de forma importante. A nivel particular, ya existen impresoras que desde 399$ nos permiten imprimir productos en diversos materiales, totalmente útiles para la vida en casa como, por ejemplo, herramientas o piezas para muebles.
Ya en un ámbito más lúdico, pero sin duda con una aplicación espectacular empresarialmente hablando, hemos visto cómo en las pasarelas de moda ya han empezado a desfilar modelos con trajes impresos en 3D.
Que esta tecnología no es una moda pasajera lo vemos en el hecho de que los países más avanzados del mundo están invirtiendo en Centros de Innovación en Impresión3D para el desarrollo de sus Industrias de Fabricación, que les permita conseguir innovaciones radicales que les den el liderazgo mundial en muchos sectores. Por ejemplo, en China una alianza empresarial prevé en los próximos años abrir diez centros repartidos por su territorio. EE.UU. no se iba a quedar atrás, y recientemente se ha abierto un concurso por 200 millones de dólares para crear tres Centros de Innovación que, a su vez, forman parte de un plan para tener 15 Institutos de Innovación en Fabricación 3D por todo el país que supondrían una inversión global de unos 100.000 millones de dólares.
Con todo lo expuesto, nos podemos plantear un futuro para la innovación que es casi de Ciencia Ficción, pero que es fascinante y sobre todo real. En muchos productos no habría necesidad de tener recambios en stock de todos los componentes, ya que sería suficiente con conectarse vía Internet con la máquina o producto estropeado, un sistema interno informaría de las piezas estropeadas, se enviarían a imprimir los diversos recambios para que el operario de turno pudiera substituirlas, con lo que el servicio sería más eficiente para el cliente porque no tendría que sufrir algunos dobles viajes a “buscar una pieza que no he traído”.
Imaginemos lo que esto puede suponer en lugares en que el acceso es difícil, o que debido a causas climátológicas o de otra naturaleza quedan aislados: ssi tuviesen acceso a impresoras 3D de diferentes tamaños, podrían fabricarse productos que necesitasen para su día a día o para reparar los desperfectos ocasionados.
En un futuro se podría llegar a la situación de que nos escaneen tridimensionalmente, y ese archivo quedaría grabado en una tarjeta con nuestro historial clínico. Así, cuando se nos estropearan una muela por una caries, el odontólogo imprimiría la réplica “idéntica” a la natural. Esto sería aplicable a fracturas de huesos o enfermedades que inutilicen órganos como el hígado o el riñón.
En definitiva, esta tecnología supone una oportunidad increíble para las mentes innovadoras, que podrán crear nuevos productos, procesos o servicios con el único límite de la imaginación.
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