diseño ecológico

Nuestra preocupación por el medio ambiente, el calentamiento global y el fin de algunos recursos básicos es cada vez mayor y por ello ha nacido una nueva corriente dentro de los profesionales del diseño: el diseño sustentable, antes conocido como eco-diseño o «green design». Podemos definirlo1 como la capacidad para diseñar objetos, edificios, ciudades… cuyos principios sean la sostenibilidad económica, social y medio ambiental. Comprende, pues, numerosos campos entre los que encontramos la arquitectura, el diseño ambiental o del entorno, el urbanismo, la ingeniería, el diseño gráfico, el diseño de interiores y el diseño de moda.

Su mayor propósito es el de producir lugares, productos y servicios de un modo en el que se reduzca la utilización de fuentes no renovables, y por lo tanto se minimice el impacto negativo de la actuación de los seres humanos en el ecosistema.

Reducir el impacto medioambiental

El diseño gráfico sustentable es aquel que considera el impacto medioambiental de los productos relacionados con el diseño gráfico tales como el embalaje, etiquetas, publicidad gráfica, publicaciones, etc. Para desarrollar un diseño ecológico debemos considerar los elementos que se utilizan en el proceso de cada trabajo: diferentes soportes, mano de obra, transporte, utilización del producto, y su eliminación.

El diseñador puede contribuir al diseño sustentable fijándose estrategias que afectan en varios aspectos a su trabajo cotidiano:

  1. Trabajo en el estudio: hábitos y entorno.
  2. Elección y producción del material: elección de imprentas, servicios, buscar material cercano a la residencia para evitar de este modo una mayor utilización del transporte, elegir modos de hacer llegar la información que precisen menos materias primas, o un sistema de alquiler de algunos productos que rebaje el consumo privado, etc.
  3. Eco-feedback: diseño centrado en el usuario.

Nuestros hábitos de trabajo pueden favorecer a la preparación de un producto ecológico. Para ello podemos favorecer un entorno adecuado a este fin, como la elección de bombillas de bajo consumo, reutilizar papel para las pruebas del diseño, apagar completamente los equipos que no estén siendo utilizados, etc.

Imprentas, tintas y papeles

Podemos realizar un diseño sostenible si elegimos imprentas que consuman poca energía y cuyos productos consumibles perjudiquen lo menos posible al medio ambiente. Hoy en día existen sistemas de impresión que, además de respetar la naturaleza, garantizan la máxima calidad en el diseño. Las tintas convencionales están basadas en petróleo y se mezclan con disolventes con alcohol de base, que transmiten gases tóxicos a la atmósfera, perjudiciales para la salud y para el ecosistema. Como alternativa, existen máquinas que desarrollan soluciones ecológicas, como la impresión sin alcohol y el offset sin agua.3 Otra opción es la utilización de tintas a base de aceites naturales, que no emplean aceites minerales. La ventaja de estas tintas es que se mantienen frescas en el tintero, ofrecen una buena absorción y dejan menos residuos. Por otra parte, los diseñadores cada vez utilizamos con más frecuencia acabados con barniz, por lo que también deberíamos exigir a la imprenta con la que trabajemos que empleen o bien barnices al agua, o bien exentos de amoniaco y aminas.

En todo caso no debemos pensar que con el papel reciclado no se pueden realizar trabajos de calidad, ya que los grandes avances en la tecnología del reciclado permiten ya elegir papel usado de altas prestaciones para las aplicaciones más complejas. Lo mejor es elegir un papel certificado por algún organismo cuyo etiquetado nos informe de sí es ecológico, y lo clasifique según su grado de agresión al medio ambiente.

Existen etiquetados desarrollados en diferentes países que nos permiten, distinguir si el papel que vamos a elegir es ecológico, reciclado, libre de cloro elemental (ECF) o totalmente libre de cloro (TCF), como la Etiqueta Ecológica Europea, cuyos criterios ecológicos se pueden consultar en la Web.

Mediante el scripting trabajamos sobre la información directa que aparece escrita en el producto. Por ejemplo, el diseñador puede informar a los consumidores mediante pictogramas, que una vez agotados se deben reciclar los envases en los cubos adecuados. Sin embargo, se puede llegar más lejos si además se transmite información específica sobre el impacto de sus acciones, lo que se denomina eco-feedback. Un buen ejemplo son las etiquetas que informan al usuario cuánto tardaría el producto en descomponerse en la naturaleza si no recicla adecuadamente sus residuos domésticos. Otra iniciativa de eco-feedback es mostrar en la pantalla del televisor un mensaje que informe al usuario de la cantidad de energía que ahorrará si desconecta completamente el aparato en vez de mantenerlo en situación de espera. El eco-feedback ofrece pues a los usuarios, información sobre la eficacia económica y ecológica de sus actos. Una alternativa más radical es la de crear productos cuyo diseño impida su uso no sustentable, es lo que llamamos «diseño de funcionalidad forzada». Un ejemplo es el invento de las anillas para las latas de refresco. En los años 80 del siglo pasado estas anillas se tiraban a la basura, mientras las actuales evitan su separación del envase, forzando al usuario a un comportamiento más sustentable.

Además de los proyectos que promueven el diseño centrado en el usuario, al analizar las iniciativas relacionadas con el diseño para la sostenibilidad debemos mencionar las prácticas emprendidas por estudios concretos, como el canadiense SmashLab de Vancuver, que bajo el lema Design can change (El diseño puede cambiar), ofrece consejos sobre la práctica sostenible del diseño y da la posibilidad de registrarse y pasar a formar parte de un listado de diseñadores comprometidos.5 También es obligado mencionar las reflexiones que propone el arquitecto Ken Yeang en su libro EcoDesign, A Manual for Ecological Design, que ofrece soluciones concretas sobre cómo integrarnos dentro del entorno natural sin perjudicar la supervivencia del planeta.

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