La imagen gráfica de Barcelona’92

Los Juegos Olímpicos Barcelona’92 fueron una puerta Barcelona se dio a conocer a nivel mundial.

La ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos de Barcelona, celebrada el 25 de julio de 1992 en el Estadio Olímpico de Montjuïc, marcó un antes y un después en la historia de los JJ.OO., de las ceremonias y de la propia ciudad. Barcelona’ 92 dejó de ser un sueño para convertirse en una hermosa realidad.

Gráficamente Barcelona siempre había tenido una estrecha relación con: Gaudí, Picasso, Dalí y Miró», la «selección de actores de fama mundial para representar la identidad de la propia cultura», la «utilización de edificios y monumentos singulares como signos emblemáticos de la ciudad» y la «selección de imágenes de la cultura popular y del folklore pero también de la economía, de la tecnología y del carácter cosmopolita de la ciudad»

En esa creación de imagen, se excluyeron elementos negativos también presentes en la ciudad (contaminación, marginación, etc…) y se huyó de las típicas campañas promocionales turísticas de España: toros, flamenco, vino, sol, folkore, etc.», porque no se consideraron adecuados ni para la nueva imagen de la identidad catalana ni para la de España que, tras la muerte de Franco, quería transmitir modernidad.

Barcelona necesitaba proyectar su imagen internacionalmente para incentivar el turismo y la inversión económica, al mismo tiempo, preparada y capaz de organizar un acontecimiento tan complejo como son los Juegos Olímpicos.

La elección de los símbolos

Las primeras decisiones de diseño de los símbolos olímpicos fuesen objeto de fuertes polémicas y marcasen la futura orientación del resto de decisiones relativas al modelo cultural de los Juegos».

Finalmente, a la hora de escoger tanto el logo como la mascota, prevalecieron las opciones más vanguardistas.

El símbolo de la candidatura

A comienzos de 1984, el Consejo Rector de la Candidatura de los Juegos Olímpicos de Barcelona decidió que era necesario crear una imagen gráfica que sirviera para identificar y proporcionar personalidad propia a las Olimpiadas.

En las bases del concurso se concretaron las distintas aplicaciones del futuro símbolo, que habría de usarse tanto para cubrir las necesidades de la Oficina Olímpica (señalización, publicaciones, papelería, etc…) como para situar en instalaciones, medios de transporte, locales, etc…

De entre las diferentes propuestas, quedaron dos finalistas: Carlos Rolando, con un logo («Barcelona 1992») centrado y rodeado por cinco flechas evocadoras de los anillos olímpicos y América Sánchez, que resultó ganador del concurso. Su logosímbolo mostraba cinco elipses entrelazadas, situadas encima de una forma curva plateada, que representaba el horizonte de la ciudad y su perfil marítimo, sobre la que colocó el texto «Barcelona’92».

Propuesta de Carlos Rolando, publicada en el diario La Vanguardia (15/5/1984). 
América Sánchez, emblema de la candidatura olímpica. 

Hay que recordar que hasta el momento, Barcelona no era todavía sede olímpica y, por tanto, no podía utilizar los anillos que constituyen el emblema olímpico porque pertecen al Comité Olímpico Internacional y éste solo permite su empleo a los comités olímpicos nacionales y a las sedes olímpicas oficiales.

El logo, bien acogido por la población barcelonesa -que pronto lo bautizó como «el palillo»-, se empleó en las publicaciones de la Oficina Olímpica, se adaptó a todo tipo de objetos de recuerdo como, por ejemplo, camisetas, corbatas, relojes y bolígrafos.Símbolo y logotipo olímpicos

Con la confirmación de Barcelona como sede olímpica, el COOB’92 convocó un nuevo concurso restringido, en el que participaron seis diseñadores especializados en identidad corporativa e imagen global, con una experiencia profesional amplia y comprobada: José María Cruz Novillo, Carlos Rolando, América Sánchez, Enric SatuéJosep Maria Trias e Yves Zimmerman.

Un jurado formado por la Comisión Permanente del COOB’92 y por catorce expertos eligió el logosímbolo creado por Josep Maria Trias, que actuaría desde aquel momento como elemento básico de la identidad de Barcelona’92 y como punto de partida para el desarrollo de otros elementos de comunicación.

Josep Maria Trias, logosímbolo de los XXV Juegos Olímpicos, Barcelona 1992. (Aplicación en un cartel).

Es innegable que internacionalmente Barcelona se asocia a Picasso, Miró, Dalí, Gaudí o Tàpies; esta eviencia conducía a un  lenguaje más humano, más cálido, más artístico, más creativo, más personal, en suma, más coherente con los valores comunicativos que era preciso transmitir.

Esto le llevó considerar que el símbolo debía tener la condición de «dibujado a mano» como una manera de alejarse del lenguaje tecnológico y le llevó a decantarse por el trazo que, desde ese momento, se convertiría en un elemento esencial

Se tuvo en cuenta que para transmitir la mediterraneidad de la ciudad y su vinculación al mar una buena solución era incorporar el azul. El diseñador lo ha descrito de esta manera: «El color rojo se asocia a vida (sangre), fuego (calor), pasión, sentimientos, dolor y libertad; el amarillo al sol, a la luz, a la comprensión, a la intuición, al intelecto y a los valores humanos. El azul se asocia, por su parte, a mar, cielo, a luz de día…

El diseñador Javier Mariscal tomó como referencia el garabato de un perro, inspirado en un pastor catalán estilizado, para crear a la mascota oficial de Barcelona’92: Cobi . El diseño cubista, y en su momento rompió con la imagen tradicional de una mascota, caracterizada por una imagen dulce y amable

Cobi terminó siendo un éxito, tanto en aceptación como a nivel comercial. El Comité Olímpico Internacional consideró a la mascota como la más rentable en la historia olímpica hasta esa fecha.

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